El Astro Nocturno.
El noble visigodo Atanarik recorre el norte de África buscando tropas bereberes para iniciar una campaña contra el corrupto reino de Toledo. Recuerda su huida de la corte, perseguido por un asesinato que no cometió y acompañado por una sierva vascona, Alodia, a la que tiempo atrás había rescatado de un sacrificio infame. Más tarde, tras la caída del reino, en las montañas de Vindión, en la cordillera astur cántabra, un antiguo gardingo real se levanta, a la cabeza de sus fieles, contra el gobernador Munuza. Entretanto, en el Pirineo, la población vascona se enfrenta al nuevo poder opresor. En medio de las guerras y la intriga política, la historia de amor de la sierva Alodia hacia el noble visigodo Atanarik se va desarrollando como un río de paz en un momento caótico de la historia de la península Ibérica.
Hijos de un Rey Godo.
La novela arranca con el reencuentro de Swinthila y Liuva, hermanos y descendientes del rey Recaredo. Tras un breve y trágico reinado, Liuva decidió esconderse en las montañas cántabras. Al encontrarlo, Swinthila pretende recobrar la carta de su madre, la reina Baddo, y la copa de poder con la que recuperar el trono usurpado a su familia. La codiciada carta revela a los hermanos la historia de los hijos del rey Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo, así como el secreto de la copa sagrada. La primera esposa de Leovigildo, «la reina sin nombre», pidió a sus hijos que devolvieran la copa a un santuario oculto en las montañas asturcántabras. Sólo entonces sería posible la paz entre los pueblos hispanos.
La Reina sin Nombre.
En plena Alta Edad Media, cuando la península Ibérica se debate entre las invasiones de clanes procedentes del mundo germánico y los restos de la sociedad hispano-romana, una niña huérfana es acogida por los albiones, una tribu de origen celta que en el siglo VI habitaba en los montes del noroeste, en una zona comprendida entre las actuales comunidades de Asturias y Galicia. Conocida por su pueblo como Jana, la chiquilla aprenderá los secretos de las artes curativas de la mano del druida Enol y participará de forma activa en los conflictos territoriales del momento. Su ímpetu la situará en el trono de Albión junto al rey Aster; su gran y único amor. No obstante, pronto se descubrirá que posee ascendencia real y será reclamada y raptada por su verdadero pueblo: los godos.
El noble visigodo Atanarik recorre el norte de África buscando tropas bereberes para iniciar una campaña contra el corrupto reino de Toledo. Recuerda su huida de la corte, perseguido por un asesinato que no cometió y acompañado por una sierva vascona, Alodia, a la que tiempo atrás había rescatado de un sacrificio infame. Más tarde, tras la caída del reino, en las montañas de Vindión, en la cordillera astur cántabra, un antiguo gardingo real se levanta, a la cabeza de sus fieles, contra el gobernador Munuza. Entretanto, en el Pirineo, la población vascona se enfrenta al nuevo poder opresor. En medio de las guerras y la intriga política, la historia de amor de la sierva Alodia hacia el noble visigodo Atanarik se va desarrollando como un río de paz en un momento caótico de la historia de la península Ibérica.
Hijos de un Rey Godo.
La novela arranca con el reencuentro de Swinthila y Liuva, hermanos y descendientes del rey Recaredo. Tras un breve y trágico reinado, Liuva decidió esconderse en las montañas cántabras. Al encontrarlo, Swinthila pretende recobrar la carta de su madre, la reina Baddo, y la copa de poder con la que recuperar el trono usurpado a su familia. La codiciada carta revela a los hermanos la historia de los hijos del rey Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo, así como el secreto de la copa sagrada. La primera esposa de Leovigildo, «la reina sin nombre», pidió a sus hijos que devolvieran la copa a un santuario oculto en las montañas asturcántabras. Sólo entonces sería posible la paz entre los pueblos hispanos.
La Reina sin Nombre.
En plena Alta Edad Media, cuando la península Ibérica se debate entre las invasiones de clanes procedentes del mundo germánico y los restos de la sociedad hispano-romana, una niña huérfana es acogida por los albiones, una tribu de origen celta que en el siglo VI habitaba en los montes del noroeste, en una zona comprendida entre las actuales comunidades de Asturias y Galicia. Conocida por su pueblo como Jana, la chiquilla aprenderá los secretos de las artes curativas de la mano del druida Enol y participará de forma activa en los conflictos territoriales del momento. Su ímpetu la situará en el trono de Albión junto al rey Aster; su gran y único amor. No obstante, pronto se descubrirá que posee ascendencia real y será reclamada y raptada por su verdadero pueblo: los godos.
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