sábado, 23 de enero de 2016

Despertar - Amanda Velocet.



1.- Despertar en el Infierno. 
Cuando Amanda despierta, no puede creer lo que ve en el espejo. Ella ha cambiado y recuerda muy poco lo que en realidad le ocurrió. Su vida pasa de la monotonía preestablecida a la locura irracional de ser una vampiresa casi adulta. Pero no está sola, quien la acompañará oculta una cosa sobre ella… o dos. Amanda no es una chica común y corriente, y un camino largo le espera para descubrirlo.
2.- Ángel Sangriento. 
Como si todo fuese a sumergirse y desaparecer, Amanda tenía que elegir, parecía que nunca iba a terminar. La historia de su vida se basó en elecciones, en tomar una decisión, en pertenecer a un lado u otro. No se podía ser amiga de Dios y del Diablo al mismo tiempo, y esta connotación al menos para ella, era tan real como el aire que respiraba. Alguna vez pensó en la loca idea de poder ser neutral frente a diversos aspectos que la vida le otorgara más adelante, este era uno de ellos y no la dejarían actuar con objetividad, era el bien o el mal, los chicos buenos o los chicos malos. Ser feliz o morir en el intento. Y Parecía que esta última iba a ser la opción más acertada para su destino. No iba a permitirse elegir, tendría que buscar una manera de hacer que todos salgan al fin victoriosos, pero las fuerzas demoníacas no cederían para que lograra su cometido, no al menos en esta vida. Ahora no sabía quien era, estaba buscando en algún rincón de su cuerpo, o de su alma si es que todavía conservaba una, un rastro de aquella Amanda que salía de problemas con tan solo una sonrisa. Esto no era un juego, las personas que más amaba en el mundo corrían riesgo, y no iba a permitir que la sangre de aquel ángel derrame ni una sola gota. Tenía que salvarlo; poseída por un heroísmo que hasta entonces desconocía, corrió a su lado, interponiéndose entre los cuerpos.
3.- Efecto Lunar.
Veía su ausencia, allí donde no estaba… donde desapareció, dejando el perfecto rastro de dolor que la hizo caer en la cuenta que nunca volverá, porque se había ido, realmente se había ido. Él quiso su felicidad, su bienestar. Tan endemoniadamente la deseó que no midió si podía dársela o no, tan sólo la mantuvo a salvo, al menos a última instancia. Eso creyó Andrés, puesto que Amanda jamás estaría a salvo… al menos no de sus pensamientos. Lo cual era condenadamente malo ya que en estos días había caído en la cuenta que ella misma era su propia enemiga. La lucha ahora, no era más que Amanda VS. Amanda.

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